segunda-feira, 4 de janeiro de 2010

Cada vez más padres piden ayuda para ponerles límites a sus hijos




Son chicos que no respetan normas ni autoridades de ningún tipo. Según los expertos, es porque hay padres

que naturalizan sus caprichos y son muy permisivos. Claves para evitar problemas de conducta.



Por Georgina Elustondo.

gelustondo@clarin.com

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Nos dijo la directora que si sigue así lo tengo que cambiar de escuela. Tiene malas notas, contesta mal, no presta atención". "Pasa todo el día con la tele o la computadora. No lo puedo sacar". "Es muy agresivo, tiene 9 años y ya me levantó la mano dos veces". "No acepta la ropa que le quiero poner, no le puedo hacer tomar los remedios, si no hago la comida que él quiere no come. Si yo a los 5 años hacía eso me mataban". "Ya no sé cómo manejar a mi nena. No la puedo dejar en el jardín porque se ahoga del llanto. Me siento mal y me la llevo".



Preocupaciones. Inquietudes. Quejas en algunos casos. Con impotencia, con un alto grado de desconcierto y una cierta dosis de cansancio, cada vez más padres acuden a profesionales para pedir asesoramiento y ayuda en la crianza de sus hijos. Según un relevamiento realizado por Clarín, la consulta psicoterapéutica en niños y adolescentes no sólo es cada vez más temprana sino que creció entre un 40% y un 100% en la Capital Federal en los últimos dos años. ¿Las causas? Las principales: falta de límites, desconocimiento de la autoridad y problemas de conducta. Las demás: abandono emocional, crisis de angustia y trastornos de aprendizaje y alimentación.



En Centro Dos —una institución de asistencia en psicoanálisis— las consultas se duplicaron desde 2001. "Lo que más aparece es el tema de los límites: chicos que no respetan normas ni autoridades de ningún tipo. Antes se decía que los padres aflojaban en la adolescencia, pero ahora esto está ocurriendo a los 3, 4 años. Los padres naturalizan los caprichos y son muy permisivos. Creo que quienes tienen entre 30 y 45 años están complicados con el tema de la autoridad: la confunden con autoritarismo, con tiranía, y no la ejercen", comenta la psicoanalista Gisella Untoiglich.



"A los chicos hay que escucharlos, mimarlos, pero necesitan límites, conducción, poder confiar en el adulto. Cuando el chico hace lo que quiere está solo, desvalido", sigue la especialista. "Además, en algunos casos hay un exceso de explicaciones: hay razones que tienen que ver con que uno es el adulto y decide. No hay que sentir culpa por eso". En general, la consulta empieza en la edad escolar: es el primer ámbito donde el niño despliega sus recursos fuera del seno familiar.



Cada vez más chicos



"Al hospital vienen chicos cada vez más chicos y creció el número de casos severos. Los problemas son más complejos y requieren más tiempo de intervención", comentó Joselina Elgasi, de la Red Infanto Juvenil de Salud Mental de la Ciudad.



En la Fundación para la Salud Mental la admisión de niños y adolescentes aumentó un 100%. "Vemos muchos casos de trastornos de aprendizaje y conducta y déficit atencional. Son problemas que se originan en la falta de comunicación familiar y en la ambivalencia de límites", apuntó el licenciado Pablo Boned.



También se duplicó el número de pacientes en el Servicio Integral de Psicología. Según contó su directora, Estela Cuendias, en los adolescentes "vemos muchos problemas con los límites, algo asociado a la carencia de seguridades de todo tipo, a la falta de objetivos y horizontes claros. Con la crisis muchos padres se sintieron desacreditados por no poder sostener a la familia y no saben cómo pararse frente a los hijos".



¿Qué hace que un chico transgreda, no acepte límites ni reconozca autoridad?



"Un niño internaliza la ley, las normas, desde muy pequeño. Se supone que en ese momento hay un adulto que lo ordena internamente. Lo que venimos viendo últimamente es una declinación de esa función. Los padres esquivan el no, no ejercen la autoridad, y el chico luego tiene dificultades para incorporar normas sociales", dice el psicólogo Fernando Osorio.



Otro enemigo recurrente de los límites es el consumo. "Muchos padres silencian las demandas de los chicos con objetos y regalos —agrega—. Lo llamamos el mercantilismo en la crianza: 'si te bañás te compro algo', 'si hacés los deberes te llevo al cine'. De esta manera se entra en una negociación permanente con el chico, lo cual lo va a convertir en un transgresor, porque no incorpora la norma sino la negociación".



¿Por qué es beneficioso consultar a un profesional? "Porque se traduce el síntoma. El chico quiere comunicar algo, está diciendo —de la manera que puede— que tiene un problema. Cuando los padres comprenden lo que le pasa la situación empieza a cambiar", dice la doctora Mónica Oliver, jefa de psicopatología del Hospital Alemán, donde la consulta creció un 40% desde el 2001.



Y Boned agrega: "Ir a un psicólogo no debe estar asociado a la locura ni al fracaso, sino a la posibilidad de buscar alivio y respuestas ante las distintas crisis vitales".



No es fácil. Los hijos le devuelven a los padres un espejo de lo que hicieron, de lo que hacen, y más de uno huye despavorido tras la primera consulta. "Es complicado —dice Untoiglich—. Algunos llegan diciendo que sus chicos son maleducados y uno los mira... Lo que hace un chico suele hablar de los grandes que lo rodean".



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TENDENCIAS

Testimonio

Cuando de hijos se trata las decisiones no suelen ser fáciles y las dudas atormentan. Pero Ana Patica está feliz con el camino que eligió: "Hace unos meses nos recomendaron en el colegio de Stephanie que consultáramos con una psicopedagoga, porque la nena tenía problemas de atención y conducta. Ya habíamos tenido una buena experiencia con la hija de mi marido y no lo dudamos", repasa. Hace dos meses que la pequeña, de 7 años, está en tratamiento en el Centro Dos. Y los cambios, según Ana, están a la vista.



"Yo creo que cuando un hijo presenta un problema hay que buscar qué le pasa, dónde se desencadena todo. Pensamos que era sólo una complicación pedagógica pero hoy vemos que había otros motivos detrás de ese comportamiento. A los padres, con la rutina, se nos escapan muchas cosas", dice Ana, que jamás se sintió mal de tener que pedir ayuda. "El libro que te enseña es tu hijo, y uno no debe taparse los ojos. ¿Si le podés dar una mano, cómo no lo vas a hacer?".



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TENDENCIAS

Un problema que repercute en el aula

Todo lo que ocurre puertas adentro, en la familia, repercute más allá de las fronteras hogareñas. Y de crisis de autoridad y problemas de límites, los maestros saben de sobra. "El tema nos preocupa. La situación es cada vez más crítica. Cuando un chico ve que lo retás y el padre viene y te grita, ¿cómo te va a respetar?", dice Rosa Farrés de Peña, directora de la escuela municipal Primera Junta. "Nosotros hacemos hincapié en el respeto de las normas para mejorar la convivencia pero no encontramos eco en los padres. Dejan a los chicos muy solos".



"Ante cualquier problema, muchos padres le echan la culpa al maestro, no se dan cuenta de que nosotros queremos formar al chico, educarlo. La sociedad ha puesto los valores en otro lugar, nuestro trabajo está desvalorizado. Antes, el chico que no traía la tarea se angustiaba; ahora, muchos ni se preocupan. Desconocen la autoridad", cuenta Rosa. "Antes, al 10% de los chicos le teníamos que enseñar normas de convivencia y respeto; ahora, al 90% ". Silvia Murray, docente de primer grado, acuerda. "Es llamativo el nivel de desprotección con que llegan los chicos. No tienen la base educativa familiar que tenían antes. Yo estoy con alumnos de seis años y les cuesta mucho seguir una rutina".



Luego de la primaria, todo es más difícil, porque la rebeldía se potencia. Durante un tiempo, por caso, fueron noticia las "vueltas olímpicas" del Nacional Buenos Aires, que luego se prohibieron: en 1999, 85 chicos quedaron libres por los destrozos que hicieron. La mayoría de los padres rechazó la medida.



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TENDENCIAS: CONSEJOS DE LOS ESPECIALISTAS

La importancia de decir "no" y "basta"

Especialistas consultados por Clarín alertaron sobre los peligros de la crisis de autoridad que sacude a las familias. Según explicaron, tradicionalmente el manejo de la autoridad en el seno familiar ha sido autocrático. Los padres imponían las normas, corregían, castigaban y premiaban. Ni el poder ni la autoridad se compartían con los hijos y era el papá, en definitiva, quien tenía la última palabra, porque en él residía la responsabilidad socioeconómica y moral de la familia. Así han funcionado las cosas durante décadas, pero en los últimos veinte años este sistema se fue resquebrajando y, en muchos hogares, dejó de funcionar. Y el problema, según algunos expertos, es que aún no se ha reemplazado ese modelo por otro donde los chicos asuman responsabilidades e incorporen normas familiares de otro modo.



"En algunos aspectos, creo que la equiparación de roles entre el papá y la mamá en el seno familiar no ha sido beneficiosa. La mamá siempre fue 'lo calentito' del hogar, la que aportaba la calidez, contención. Hoy, al tener tantos roles, perdió su histórica función y eso no sólo está complicando las identificaciones sino que los hijos no tienen muy claro cuál es el papel de cada uno y en quién reside la autoridad", explica la licenciada Marta Mosner.



Para la especialista, los límites son fundamentales para que el chico pueda incorporar una protección. "Dejar que un hijo crezca con absoluta libertad no es criar sino malcriar. La crianza tiene que ver con una limitación, y no poner límites es dejar al chico a expensas de buscar sus propias limitaciones. Cuando los chicos provocan, se portan mal, están pidiendo desesperadamente alguna autoridad que les quite la responsabilidad de autolimitarse", agrega la psicoanalista.



Los psicólogos aseguran que los límites contribuyen a la maduración psicológica del niño. ¿Por qué? Porque, mal que nos pese, somos limitados, no somos omnipotentes. Y aprender eso desde pequeños puede ayudarnos de adultos. "La realidad no es tan manipulable como los chicos imaginan desde su pensamiento mágico y egocéntrico. Por eso hay que enseñarles a aceptar un no, a entender que no todo saldrá siempre como lo desea, que no siempre va a lograr lo que se propone. De esta manera va a desarrollar tolerancia a la frustración, un rasgo fundamental de la personalidad adulta", explica la psicopedagoga Irene Varela.



De esta manera, cuando un papá dice "eso no", "basta" o "no hay más" está funcionando como un representante de lo real para ese hijo: le está adelantando situaciones que tarde o temprano deberá experimentar. Lo está ayudando a crecer. No hay recetas. Pero los límites no se ponen a los gritos ni a los golpes. Basta con decir no y sostenerlo. Basta con bancarse, por un rato, ser "el malo de la película".

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