quarta-feira, 28 de outubro de 2009

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1. DE CAMERUN: EL BUEN SABOR
Perdido cerca de una esquina de Villa Crespo, este es el único restaurante de comida africana de la ciudad. Atendido por el camerunés Maxime Tankouo es un espacio del tamaño de un quiosco que alberga 10 mesas y sirve platos típicos de la zona de Africa central, que en muchos aspectos de parece a la brasileña, por sus sabores agridulces y la utilización de porotos, plátanos y pescados. Se destacan la corvina a la parrilla y el Directeur General, un salteado de pollo con plátanos, condimentado con hierbas y especias. El precio de los platos va de $30 a $40. Una joyita digna de ser descubierta.
(Camargo 296, Villa Crespo / T. 4854-8800 / Abierto miércoles y jueves de 12 a 15 y de 19.30 a 1. Viernes, sábado y domingo, de 12 a 16 y de 20 a 2)

2. DE CROACIA: DOBAR TEK
Los croatas no sólo inventaron las corbatas. También tienen su cocina nacional representada por este pequeño reducto ubicado en San Telmo, administrado por la familia Rusendic. El local, austero y alegre, tiene tres niveles. La cocina es un poco hipercalórica pero de factura casera y muy sabrosa. Como entradas ofrecen leberwurst y un fiambre de cerdo ahumado. Después, gulash, ajíes rellenos o un codillo de cerdo de tamaño obsceno, acompañado por una parva de chucrut. Pero la especialidad de la casa son los strudel, dulces o salados, hechos con una masa grande como una sábana y fina como una estampilla que las mujeres de la familia amasan con sorprendente destreza. De postre hacen unos arrollados de nueces y amapola, que se pueden acompañar con uno de los ocho bajativos croatas que hay en la barra, o un té de arándanos al rhum. 50 / 60 pesos per cápita.
(Av. San Juan 548, San Telmo / T. 4307-5235 / Jueves, viernes y sábado por la noche; sábado y domingo al mediodía)

3. DE REPUBLICA DOMINICANA: LA FIESTA
Los dominicanos tienen su lugar en la ciudad, aunque debemos aclarar que es un tanto lumpen. Queda en Constitución y, si bien resulta interesante, lo recomendamos sólo para aquellos que están aburridos de la vida o quieren jugar a ser el Hombre Camel. Se trata de un salón con mesas y sillas chuecas y una rocola donde suena música caribeña a todo volumen. Los platos que preparan son muy sencillos, como el pica-pollo (pollo frito con plátano), el Moro, una especie de arroz ligado con porotos, la Bandera, el plato dominicano por excelencia (habichuelas, carne salteada, ensalada verde y arroz), mondongo y otras especialidades de la isla. Todo lo acompañan con cerveza, ya que como dice Richard, el dueño: “la cerveza se toma siempre, hasta en los entierros”. El público está compuesto por una interesante concurrencia de argentinos y dominicanos. Se puede comer por unos 25 / 30 pesos.
(Virrey Ceballos 654, Constitución / T. 4381-3037 / Todos los días, desde las 6 de la mañana hasta las 8 de la noche)

4. DE UCRANIA: ERMAK
Ermak es el nombre de un guerrero conocido como “el pacificador de Ucrania”. Al hombre se lo representa con una maza en la mano, lo que hace que no sea difícil adivinar cómo alcanzó la paz. Y también es el nombre del restaurant ruso-ucraniano de la calle Billinghurst. En su interior se respira un ambiente nostálgico, quizás producto de una bandera soviética con la imagen de Lenin. Hasta las espartanas mesas y sillas de madera, duras como el acero, nos hacen acordar a Stalin. No obstante, es una experiencia muy interesante y se puede comer desde el clásico borscht (sopa de remolacha y crema), varenyky (ravioles ucranianos), blinis, pelmeni (paquetitos de pasta rellenos), hasta la reconocida suprema a la Kiev, la especialidad de la casa. Se puede beber cerveza y, por supuesto, varios tipos de vodka. De hecho es común que en las mesas apoyen una botella de Smirnoff, garantía de que los comensales van a salir ebrios bailando kalinka. El precio promedio oscila entre 50 y 60 pesos por persona.
(Billinghurst 815, Almagro / T. 4862-0170. Martes a domingo por la noche)

5. DE HUNGRIA: HUNGARIA
La comunidad húngara acostumbra reunirse en un club tradicional en Martínez (en el límite con La Lucila). El restaurant está en un salón con aire centroeuropeo. No hay violines gitanos pero es lo más parecido a estar en Budapest. Omar, que nada tiene de magyar (no sabe por qué, pero siendo entrerriano le dicen “el santiagueño”), está a cargo de la cocina del Hungaria. Entre otras cosas, prepara figasas (tortas fritas húngaras) y gulash (de cerdo o mondongo), pollo a la húngara (una presa de pollo estofada acompañada de los clásicos ñoquis), repollo relleno (de carne de vaca, cerdo, panceta y chucrut), chucrut a la Transilvania, etc. De postre, el clásico dobos o el lujurioso rigos (una torta de chocolate de varias capas). La cocina es sencilla, fresca y rica. Como corresponde a un club húngaro, los sábados por la tarde se reúnen los esgrimistas en una sala a practicar su arte. El restaurante está abierto al público y tiene precios muy accesibles. 40 / 45 pesos por persona. Eso sí, una botella del codiciado Tokay Aszu cuesta unos $300.
(Pasaje Juncal 4250, Martínez / T 4799-8437. Martes a sábado por la noche, y sábado y domingo al mediodía)

6. DE COREA: BI-WON
Un discreto pescado de madera que pende sobre la puerta es la única referencia que lo identifica. Cuando uno ingresa, se encuentra con una ex confitería retro que no se condice con la impronta oriental de la cocina. Sin embargo, a poco de sentarse, el muy criollo Domingo ofrece especialidades coreanas como el bul gogui, unas lonchas de carne condimentadas que se cocinan sobre un pintoresco hornillo que traen a la mesa (como si fuera una pierrade). Esta preparación es la más pedida y se acompaña con una guarnición de diez platitos. Eso sí, lidiar con los palitos coreanos requiere pericia: son metálicos y parecen agujas de crochet. El yache twiguim es una versión local del tempura, una generosa fuente cubierta de verduras rebozadas en una fina fritura, muy recomendable para compartir. También podés pedir unos calamares salteados con verduras o una cazuela de kimchi, repollo pungente mezclado con carne de cerdo, queso de soja y otros condimentos. No sirven postre aunque traen unos refrescantes gajos de mandarina. La comida coreana es deliciosa, pero generosa en picante y ajo, así que si luego tenés una cita, te aconsejamos llevar un frasquito de Listerine. Precio: 50 / 60 pesos por cabeza.
(Junín 548, Congreso / T. 4372-1146 / Lunes a viernes mediodía y noche. Sábados sólo por la noche; hay que llegar temprano porque la cocina cierra a las 22)

7. DE BOLIVIA: MIRIAM
Liniers es más que un centro neurálgico de transporte. Allí está establecida parte de la comunidad boliviana y entre sus aportes están los originales restaurantes. Este comedor es bastante precario pero dispuesto a recibir a aquellos que buscan algo distinto. Sillas metálicas y mesas con manteles de plástico pueblan el modesto y colorido local, donde permanentemente suena música del altiplano. Se pueden probar las famosas empanadas bolivianas, chicharrón, fricasé paceño (mote, chuño entero y carne de cerdo en ají picante), charque, laping (mote con cáscara y carne adobada con limón y papaya), y otros platos típicos. Miriam, oriunda de Cochabamba, está a cargo de la cocina. El menú trae fotos para ilustrar a los neófitos. Como bebida se puede tomar jugo de zanahoria, cerveza Paceña (no siempre hay), batido de bicervecina (cerveza negra con huevo) o una jarra con jugo de durazno con canela y clavo de olor. Vale la pena realizar una caminata por la calle vecina, José León Suárez, para chusmear en los puestos del mercado. Precio promedio: $20 por persona.
(Ibarrola 7184, Liniers / Todos los días de 9 a 23)

8. DE CHILE: LOS CHILENOS
Supo tener tiempos mejores, pero Los Chilenos hace más de cuatro décadas que recibe a su clientela. Gonzalo Bustamante, a cargo del restaurant y oriundo de Valdivia, cuenta que en los últimos años ha aumentado la demanda de pescados y mariscos. A pesar del bajón de turistas, se defienden con la gente del barrio y los profesionales que almuerzan durante los días de semana. Los mozos son “old fashioned”, de la vieja guardia, al igual que el local: una cantina sencilla decorada con posters de distintos puntos turísticos de Chile. El congrio con ajo y oliva, locos “al pil-pil”, soufflé de centollas patagónicas, chupe de locos o cholgas y caldillos de pescado son algunas de sus especialidades. También hay minutas y un rincón de vinos chilenos. Costo por persona: unos $60.-.
(Suipacha 1024, Retiro / T. 4328-3123 / Lunes a sábado, mediodía y noche)

9. DE SUECIA: CLUB SUECO
Además de Abba y los Premios Nobel, los suecos cuentan con su restaurante en el microcentro porteño. Martín Varela y Nancy Sittman, dos ascendentes chefs, han tomado la concesión hace poco más de dos años. Se encuentra en el quinto piso y ocupa tres sobrios salones: un lobby con una barra donde se destacan las distintas marcas de acquavit con sillones suecos originales, una pequeña biblioteca y un amplio comedor con el parquet de madera escandinava y sillas de diseño nórdico. Las mesas están convenientemente separadas entre sí. Los platos emblemáticos son la degustación de lacha y salmón, los sándwiches nórdicos, los arenques marinados, las köttbullar (albóndigas suecas con puré de papa y rúcula), el far i kal (cordero guisado) y el biff a la Lindström (hamburguesa con alcaparras y remolacha agridulce). Precio aprox: $50 por persona. Es recomendable concurrir al Smörgâsbord ($120), una especie de buffet sueco que se hace los segundos jueves de cada mes. Es imprescindible la reserva.
(Tacuarí 147, 5º piso, Microcentro / T. 4342-0888 / Lunes a viernes al mediodía, y jueves y viernes por la noche)

10. DE POLONIA: LA CASA POLACA
Un restaurante que ya tiene una larga historia en Palermo Soho, al lado de donde funcionó durante años el mítico bar Mundo Bizarro. Antos Yakowiak sigue a cargo del lugar que hasta hace unos años funcionaba en un subsuelo que hacia recordar a los años 40, con escudos en las paredes y un piano de cola. Ahora, se mudaron a otro salón dentro de la misma casa, mucho más moderno. La comida es la misma de siempre, bien tradicional polaca, con toda la influencia germana y centroeuropea que eso conlleva. Entre los platos destacados están los típicos piegodi, una suerte de capeletti, rellenos de papa y queso blanco, o chukrut, entre otras opciones, como el barszcz czerwony, una sopa fría de remolachas. Costo por persona: 60 / 70 pesos.
(Jorge Luis Borges 2076, Palermo Soho / T. 4899 0514 y 4777 6683 / Martes a sábado por la noche)