quarta-feira, 15 de julho de 2009

Es fácil pasarse y seguir de largo, porque el cartel que indica que llegamos a Hualtarán es casi imperceptible, medio oculto a la vera de una ruta desolada y en medio de un silencio que parece venir del comienzo de los tiempos.

El guía sólo pregunta si llevamos agua y cámara de fotos, y pronto se sabrá por qué. Esta es la puerta de entrada al Parque Nacional Sierra de las Quijadas, en el noroeste de la provincia de San Luis, un gran desierto rojo de 150 mil hectáreas, con formaciones rocosas extraordinarias talladas por la erosión del viento y el agua durante millones de años. Todo es rojo: la tierra, las quebradas y los riscos, el cielo del atardecer. Parece una imagen de Marte y, a la vez, un paisaje que ha quedado intacto desde los confines del pasado más remoto, porque hay allí restos fósiles de animales prehistóricos y numerosas huellas de dinosaurios y raíces petrificadas.

El sol pega fuerte sobre las pieles y la tierra. No hay electricidad, agua corriente ni señal para el teléfono celular, y hay que administrar muy bien el agua porque la caminata es larga y luego aumentará la sed.

Sin embargo, todo esto que puede entenderse como una suma de dificultades desaparece frente a la belleza extraña e inquietante del paisaje, con cornisas y paredes verticales de cientos de metros en ese tinte bermellón, y las rocas de formas sorprendentes, cortadas y talladas a mano por la naturaleza.

Una imagen como nunca se ha visto antes.

Sierra de las Quijadas está ubicada a 120 kilómetros de la ciudad de San Luis. Por la Ruta Nacional 147 se llega al pequeño caserío de Hualtarán, donde se encuentra la oficina de Parques Nacionales, un área de acampe, un par de casas y una escuela rural, lo que constituye la principal infraestructura de la zona. Allí un guardaparque o un guía de turismo pedirán los datos de procedencia y ofrecerán toda la información necesaria para aventurarse en lo que algunos llaman "una hermana del Gran Cañón del Colorado", el gigante de los Estados Unidos.

Desde ese lugar, siguen seis kilómetros de tierra y ripio que se van internando en el Parque. Al costado del camino, y antes de llegar a los riscos, se puede visitar un conjunto de hornillos para la producción de cerámicas que pertenece a la cultura de los indios huarpes, un sitio arqueológico bien interesante como para ir entrando en clima.

Poco más allá arranca el primero de los recorridos posibles, y acaso el más impactante: "Los Miradores", una caminata de entre 45 minutos y una hora que permite apreciar una panorámica de las sierras y que culmina con una vista increíble del Potrero de la Aguada, un gigantesco valle de 4.000 hectáreas rodeado por una muralla de rojos farallones verticales, como un anfiteatro natural tallado durante milenios y con las capas de tierra superpuestas como un pastel de hojaldre.

Para no perderse: la puesta del sol en los miradores, cuando el sol parece desangrarse en un fuego que cubre el cielo, la tierra y las rocas. La sensación es de completa soledad y, sin embargo, cada tanto se puede vislumbrar una pareja de halcones volando en círculos o el paso a lo lejos de algún zorrito que se les anima un poco a los turistas.



Dinosaurios y rocas milenarias



En las Quijadas viven varias especies en peligro de extinción, como el gato moro y la vizcacha colorada, además de una riquísima fauna que incluye pumas, guanacos, burros salvajes, ñandúes, cisnes de cuello negro, águilas coloradas, cardenales amarillos y tortugas terrestres.

El de "Los Miradores" es el único circuito que se puede hacer sin guía; el resto se realiza en grupos organizados. En general se pueden contratar en el momento, aunque conviene averiguar con anticipación, sobre todo en verano, cuando hay varias franjas horarias en las que no se permite la salida de excursiones ya que la temperatura puede llegar a los 45 grados.

"La Huella" es una travesía de alrededor de unas tres horas que lleva hasta donde quedó grabada una huella casi intacta de un saurópodo de cola larga, el dinosaurio de mayor tamaño que vivió en la zona. Es muy impactante: las tres pezuñas perfectas, a pesar de que fueron impresas hace millones de años. Igual de impactante es el camino para llegar a ellas, un descenso por el acantilado, tomándose de rocas, plantas y raíces, y tratando de controlar el vértigo frente a tanta inmensidad.

El "Sendero de los guanacos" es otra excursión de tres horas que recorre la senda que utilizan actualmente los guanacos y permite conocer la geografía, fauna y flora de la región. Finalmente, el circuito "Los Farallones" demanda aproximadamente cuatro horas. En la mitad del sendero de "La Huella" hay que desviarse para seguir descendiendo hasta el fondo

del Potrero de la Aguada. Sólo apta para los que tienen buen estado físico, es una travesía espectacular, bajando por una quebrada con paredones verticales de más de 200 metros de altura. A cada paso aparecen cuevas y rincones extraños, además de unas rocas increíbles, que por la erosión han adquirido formas reconocibles y que así se ganaron sus nombres: "la cabeza del toro", "el puma", "el botellón".



Otras historias



En algún rincón de la sierra, el viajero también puede tener la suerte de encontrarse con don Pilar, uno de los baqueanos de la zona, que viste de gaucho y sostiene la conversación sin desmontar de su caballo. Esa cara curtida por el sol y los años contará, entre otras historias, que en el siglo XIX y principios del XX, esta zona era refugio de algunos grupos de bandidos que asaltaban las carretas que cubrían el tramo Buenos Aires-San Juan. Luego de los atracos, se ocultaban en el Potrero de la Aguada.

Se dice que festejaban sus andanzas faenando vacunos para sus asados y, por alguna razón, comían primero las quijadas y dejaban los esqueletos tirados en el valle. Las autoridades ofrecieron entonces importantes recompensas por la captura de los "gauchos de las quijadas". Nunca imaginaron que de esa manera estaban bautizando uno de los lugares más maravillosos del planeta.
Bien calibrado y apuntado hacia el cielo -preferentemente, en dirección a la parte más poblada de la Vía Láctea-, un simple telescopio es el medio para emprender un viaje nocturno de miles de millones de kilómetros. En minutos, el ojo puede distinguir Plutón entre miles de estrellas que titilan y la imaginación desandar con esfuerzo sobrehumano ese gigantesco bloque rocoso envuelto en una atmósfera de nitrógeno congelado. La Tierra, entonces, se torna el lugar más seguro para los humanos, sobre todo cuando el observador toma nota de que en Neptuno soplan los vientos más veloces del sistema solar. Ni siquiera los peores huracanes alcanzan para dar una idea de esos gigantes irrefrenables que arrasan a 2.400 km por hora.

Más allá, la romántica luna Titán de Saturno resulta tan hostil con sus 180 grados bajo cero como las impiadosas tormentas de polvo de Marte. Hacia el oeste, la luz de Venus brilla con intensidad, mientras su coraza recubierta de dióxido de carbono soporta una temperatura de 470 grados. También Mercurio -el planeta más chico- sugiere ser admirado con los pies sobre la Tierra: a falta de atmósfera, presenta una amplitud térmica de 600 grados.

Un creciente número de fanáticos suele agruparse en distintos puntos del país para admirar las maravillas que ostenta el cielo. De a poco, esta actividad de interés científico que el astrónomo italiano Galileo Galilei inició en 1609 también puede satisfacer la curiosidad de los turistas.

Se trata de salidas de aprendizaje y observación al aire libre, que difieren del tradicional reconocimiento del Sistema Solar en sitios cerrados, donde es recreado el firmamento copado por los astros. En este caso, hay que estar dispuestos para distinguir -a escala real- estrellas que titilan, constelaciones, cometas, planetas y galaxias. Como para cerciorarse de que la Tierra no es el centro del Universo.

San Luis

El Parque Astronómico La Punta (un moderno complejo construído 15 km al norte de San Luis capital) ofrece propuestas interactivas en el Solar de las Miradas, un Planetario fijo y otro que recorre distintas localidades de la provincia. El observatorio itinerante permite apreciar el cielo en forma gratuita, con un telescopio que puede ser controlado por Internet. Por su parte, la Universidad de La Punta adhiere al Año Internacional de la Astronomía -que se celebra en 2009- con la obra artística y científica a escala Mega Sistema Solar, representada en varios sitios de la provincia.

Informes: ciu@ulp.edu.ar / www.megasistemasolar.edu.ar.



Mendoza

El primer y tercer sábado de cada mes, experimentados científicos del Planetario y del Club de Astronomía de Malargüe guían salidas nocturnas de observación gratuitas. Sugieren llevar binoculares y cámara a gente de cualquier edad, con o sin conocimiento previo. Desde las 22 hasta las 3 y media de la madrugada cuentan la historia de los planetas, comentan sus aristas mitológicas, enseñan a ubicar las constelaciones e invitan a aguzar la vista con el telescopio apuntando a la Vía Láctea. "La mayoría queda impactado por Venus, Júpiter, las distintas formas de la luna y las nebulosas, especialmente Orión", describe el guía César Ojeda.

Informes: (02627) 472-116 / pla netario@malargue.gov.ar / www.malargue.gov.ar.

San Juan

Un cielo increíblemente limpio recubre esta provincia. A tal punto, que en El Leoncito -200 km al oeste de San Juan capital- sólo está vedada la posibilidad de ver los astros durante seis noches del año. Néstor Yafar organiza una visita guiada diurna con observación a la noche y cena, por $ 152; con pernocte y media pensión, $ 200. Los visitantes llegan a las 17 para recorrer 45' el Observatorio. Después, salen al parque exterior y se concentran un par de horas en las imágenes que entrega un telescopio. Según los expertos sanjuaninos, el broche de oro -entre alrededor de 100 objetos celestes- es el anillo de Saturno.

Informes: (0264) 420-4052 / reser vas@yafardestinos.com.ar / www.casleo.gov.ar.



Río Negro

Para dilucidar los misterios del cielo todas las noches de enero y febrero, Patricia Juárez eligió las características de silencio y oscuridad que presenta la playa Piedras Coloradas, a 3 km de Las Grutas. La creadora de "Astroturismo" inicia su taller teórico y práctico -cuesta $ 75- a la puesta del sol. Su explicación sobre la interpretación que el hombre hacía sobre los astros en la Antigüedad seguida de datos acerca de la mitología de la zona insume una hora y media. Luego, cuando sale la primera veintena de estrellas (un anticipo de las 4 mil que se alcanzan a ver cada jornada), se realiza una exhaustiva descripción. Prima la forma interactiva, con preguntas que matizan la cena y concluyen a las 3, cuando el grupo se prepara para pernoctar sobre mantas, bajo el cielo.

Informes: (155) 8725280 / patri cia@astroturismo.com.ar / www.astroturismo.com.ar.



Provincia de Buenos Aires

Un ambiente de exclusividad y atención personalizada caracteriza la propuesta de "Turismo cinegético" en la estancia El Lunar, a 25 km de Coronel Pringles y a 515 km de Buenos Aires por Acceso Oeste y rutas 5 y 51. Las caminatas de observación astronómica se hacen tranqueras adentro, conducidas por Ricardo Tohmé y el médico Carlos Del Aguila, quien montó un Observatorio Astronómico en Indio Rico (a 60 km de Pringles) y cedió su telescopio.

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