quarta-feira, 15 de julho de 2009

Aquí quiero vivir”, dice él. “Dejaremos todo y vendremos aquí”, dice ella. Son jóvenes e irradian el sólido sosiego y la sana plenitud que les dieron siete días en Merlo. ¿Qué tiene este lugar que convence al cuerpo y al alma de elegirlo para vivir? Dicen que la pureza de la atmósfera es perfecta porque las Sierras de los Comechingones detienen el aire húmedo del Atlántico y sus contaminantes, mientras el granito libera masas gigantescas de átomos de oxígeno y las cascadas aportan constantemente nubes de minúsculas gotas de agua que mantienen la frescura. Explican que esto provoca en la gente un efecto fortificante y apaciguador. Aseguran que la gente de Merlo, que con su calidez, candor y honestidad es cautivante, mantiene un ritmo humano apacible y todo ordenado y al servicio del turista. Lo cierto es que se conjuga una sensación de paz infinita, descanso verdadero y bienestar que inducen a presentir que en Merlo se vivirá hasta muy, muy viejito.
“Aquí viviremos”, siente él, que va en el caballo de atrás. Ella va en uno blanco, adelante. Entre los dos hay jirones de bruma. Son, en realidad, retazos de nubes, las blancas y frías nubes que se enredan en el lomo de las sierras. Por allí va la fila de caballos, lentamente, con sus reflexivos jinetes caracoleando.

Agua del paraíso
Las matas trepan la colina, pero fracasan en su intento de cubrirla y en lo alto aparecen las viejas piedras rosadas, a merced de las lluvias salvajes, la luz acerada de la luna y el sol tenaz. En medio de ese sol serrano, bajo un cielo de sólido celeste, se camina y se trepa como una cabra por un sendero de rocas junto al arroyo El Molino. En algunos tramos hay que concentrarse y pisar el lugar correcto para no ir a parar al agua. Arriba, se detiene uno para contemplar allí abajo la planicie de un mundo verde hasta el horizonte curvado. Es tanto, tanto aire. Durante una hora y media se ha marchado hacia el Salto del Tabaquillo. Al llegar se encontrará el agua fresca que va y va, cristalina, agua del paraíso que salta 20 metros entre plantas que reverdecen con la humedad para llenar una hoya y luego seguir en un lecho de piedras, llevándose cada una de las preocupaciones del caminante, las que tenía a la vista, y aquellas que se le habían hecho carne y le aprisionaban el alma sin que se diera cuenta. Junto al salto se experimenta la liberación. El caminante siente cómo se hace ágil nuevamente, y fuerte.
De regreso del santuario se animará con un rappel, descenso por una pared vertical de unos 40 metros asegurado con arnés y sogas. De frente a la pared se deja ir hacia atrás, con las piernas abiertas y derechas, mientras se da soga. Se abraza a la panza de piedra de la montaña, siente la energía que concentra su masa inconmovible. El contacto con las rocas de Merlo habrá sido todo lo íntimo que puede serlo.

Un viejo sol rojo
A dos kilómetros está el Mirador del Sol, desde donde se contempla tendida, mansa y hermosa, la Villa de Merlo en el extenso Valle del Conlara. Unos kilómetros más y se toca Córdoba, en un punto donde se llega a ver, a 2.000 metros sobre el nivel del mar, el embalse del Río Tercero y las Sierras Centrales y el Dique San Felipe, en el lado puntano. Allí arriba se puede asistir a un atardecer con un viejo y gigante sol rojo frente a uno y la serena villa tapada por las nubes.
La caminata es parte del Circuito Chico de Merlo, que debería nacer en la Plaza Marqués de Sobremonte, en el centro del pueblo, donde se fundó el 1º de enero de 1797. Allí se conserva el antiguo aljibe donde se abastecían los vecinos de otras épocas. El circuito recorre los alrededores: el Algarrobo Abuelo, el paraje de Pasos Malos y la villa Piedras Blancas.
Símbolo de Merlo, el Algarrobo Abuelo tiene, dicen, más de ocho siglos. Los antepasados de los comechingones ya lo veneraban y hoy los turistas que sienten amor por la naturaleza se amparan un rato bajo sus ramas que se extienden tortuosas y magnánimas, para sentir su fuerza mística.
Subiendo la sierra de los Comechingones, en Pasos Malos se llega a los grandes pozones del arroyo Piedra Blanca, maravillosos para un chapuzón refrescante, y se pasea por un monte de molles y la Cascada Olvidada.
Piedra Blanca es un barrio residencial inmerso en una vegetación generosa, bordeado por un arroyo con aquellas piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos del río de aguas diáfanas que corría junto a Macondo. Caminatas, recorridos en mountain bike y cabalgatas son las mejores formas de vadear el arroyo y acceder a las vistas excepcionales en las alturas del lugar. En el Cerro de la Cruz hay un Vía Crucis, se puede parar en casas de té, comprar artesanías del corazón de la pampa y hacer un picnic en el parque Morada de los Poetas. En la villa está, blanca, la Capilla Nuestra Señora del Rosario, con la modestia divina de las iglesias de campo.

Sierras y arroyos
Hay una tranquilidad que se sabía que existía en algún lugar, pero nunca se había vivido. Se anda por un camino de tierra, rodeado por un mundo de vegetación esponjosa, todo verde y sombras, y pájaros que andan por ahí dentro y canturrean. Allá adelante el camino es cruzado raudamente por una lagartija. Se camina como en un sueño. Puede uno quedarse dormido mientras camina, o puede despertar y seguir en ese lugar al que se pertenece de una extraña manera.
Merlo está notablemente preparado para el turismo. Más allá del Circuito Chico hay una cantidad de pequeños caseríos en donde el descanso es una delicia. Costeando la Sierra de los Comechingones hacia el sur se llega a Cerro de Oro, con casas de té, granjas y el Monasterio de Belén, donde monjas de clausura rezan y pintan cuadros religiosos. Más adelante, en el balneario y camping municipal de Carpintería esperan una parrilla y la sombra de los árboles y más arriba, una rampa natural para el lanzamiento de parapentes en la que se realizan torneos internacionales.
En Los Molles está el camping “El Talar”, con arroyito incluido y arboleda frondosa. En Cortaderas hay balnearios naturales, arroyos, vegetación y cascadas, y allí cerca está Villa Elena, surcada por un arroyo.
En Villa Larca está el Chorro de San Ignacio, una catarata entre rocas, y cerquita la laguna Milagrosa. Papagayos es característico por su entorno de palmeras caranday. Hacia el norte, está Las Chacras, con su Museo del Libro y talleres artesanales, y luego La Paz, el centro de acopiadores de hierbas aromáticas más importantes del país. Es un circuito en el que brotan las artesanías en plata y alpaca, mayólicas, cobre, algarrobo, jarilla y frutales, flores secas, huesos y astas, arcilla y lanas de oveja, llama, alpaca y cabra. A tres kilómetros está Loma Bola, con un Vía Crucis en terreno escarpado.
Luego está Luyaba, La Población, Yacanto y San Javier, el Cerro Champaquí y Las Tapias, desde donde puede regresarse a Merlo o seguir hacia Mina Clavero y Villa Cura Brochero. Pero ese ya es otro viaje.

Gustavo Ng para el Suplemento Viajes de Clarín.

Terreno para turistas activos
En el extremo nordeste de San Luis, sobre la falda occidental de la Sierra de Comechingones, Merlo empieza a 850 metros sobre el nivel del mar para subir hacia el este hasta alcanzar los 1280 metros. Está diseñada para los turistas activos. En todas partes pueden hacerse cabalgatas, travesías en 4 x 4, cicloturismo, trekking, senderismo. Además se puede practicar tirolesa en el Salto del Tabaquillo y en Pasos Malos, rappel en el Salto de Tabaquillo y El Chorro de San Ignacio en Villa Larca, pesca en el Dique San Felipe y el Dique La Huertita, escalada deportiva en Casa de Piedra y parapentismo pasando el Mirador del Sol. También, se puede hacer mountain bike en el Circuito Eliseo Mercau o competir en la Adventure Bike, por la sierra de los Comechingones, y practicar ejercicios en el Circuito Aeróbico.

DATOS UTILES

Como llegar
Desde Buenos Aires (780 km), ruta 8 hasta Río IV y luego Ruta 1. En ómnibus desde Bs. As., son unas 11 horas de viaje y hay varias empresas con pasajes entre 80 y 90 pesos. Baires Flight vuela lunes y viernes (664 pesos, ida y vuelta).

Donde alojarse
Una cabaña para 4 personas cuesta entre 170 y 250 pesos. El Hotel Piedra Blanca y el Hotel El Cóndor tienen una tarifa de 180 pesos la habitación doble. Las hosterías cobran entre 130 y 160 pesos para dos personas con desayuno. La posada Los Alamos (www.losalamosposada.com.ar) ofrece precios promocionales para Semana Santa.

Casa de San Luis en Buenos Aires, Azcuénaga 1087, Tel: 5778-1621/1646/1665.
www.turismo-merlo.com.ar
www.sanluis.com.ar

Nenhum comentário: