sábado, 22 de agosto de 2009

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"Si no hay interés, el aprendizaje se hace desagradable", dijo Bunge
Foto: Archivo / W. Astrada
En una reciente nota publicada en las páginas de opinión de La Nación , el físico y filósofo argentino Mario Bunge examinó a fondo el problema de los exámenes universitarios. "Son una sesión de tortura", sentenció sin rondeos.

En diálogo telefónico desde Montreal, donde se desempeña como docente en la McGill University, Bunge fue más allá de la mera condena a las pruebas anuales y extendió su severo juicio a otros aspectos de la educación.

Autor de más de treinta libros, miembro de la Academia Internacional de Filosofía de las Ciencias, Bunge ganó, en 1982, el premio Príncipe de Asturias en Comunicación y Humanidades.

Durante la charla, Bunge centró la acerada ferocidad de su crítica en las universidades argentinas y latinoamericanas: "Un fracaso completo".

El pensador argentino está radicado en Canadá y reveló que desde que se expatrió, en 1963, no ha tomado exámenes, pese a que nunca dejó de enseñar. Convencido de que las pruebas deben concebirse como oportunidades para informarse, pensar y lucirse, su premisa es provocar en los alumnos un estímulo para el aprendizaje.

Resolver problemas
-Usted se manifestó resueltamente en contra de los exámenes. ¿Son acaso la ruina de la educación?

-No son el único problema. Pero el objetivo de la educación no es evaluar la capacidad de memorizar para rendir exámenes, sino aprender resolviendo problemas, buscando información, haciendo frente a situaciones nuevas. La forma de evaluar en la Universidad tendría que ser como en la escuela primaria, con un seguimiento diario, con los deberes de todos los días.

-En un examen bastante accesible de la Universidad de La Plata fracasó el 85% de los alumnos que pretendían estudiar Derecho. ¿Dónde pudo estar la falla?

-Si el examen fue fácil, el Ministerio de Educación, que nunca fue de avanzada, tendrá que abrir los ojos y reconocer el papelón que ha venido haciendo. Los alumnos salen del secundario sin el mínimo de conocimientos necesarios para avanzar en sus estudios.

-¿Cómo se evalúa a los estudiantes universitarios en Canadá?

-En mi universidad se puede elegir el sistema de evaluación. La mayoría de los profesores termina eligiendo los exámenes, en especial cuando las clases son muy concurridas. Pero no existe el fenómeno del estudiante argentino que se presenta a exámenes y el resto del año no hace nada. Eso es típico de carreras como Derecho y Economía. En general, las universidades latinoamericanas son fábricas de diplomas; no se hace investigación.

-¿Es posible estimular el gusto por aprender? ¿No depende de la personalidad de cada uno?

-Se pueden hacer preguntas en clase, excitar la curiosidad, hablar de los últimos descubrimientos. Pero nuestras universidades son autoritarias. No hay discusiones ni debates. Sólo se toman apuntes y se vomita todo el día del final. Sería estimulante referirse a hechos cotidianos, recientes, conocidos por todos. En Derecho, por ejemplo, sería bueno debatir casos que estén en las noticias. ¿Cómo resolverían el caso? ¿Qué leyes se deberían aplicar? Los que no se entusiasman con los temas actuales están en la carrera equivocada.

-Tal parece que el gusto, la vocación y el buen rendimiento académico están entrelazados.

-Si no hay interés el aprendizaje se hace desagradable. Los alumnos argentinos están desmotivados, desorientados. Se estudia lo justo y necesario para aprobar el examen, y de mala gana. De todas maneras, la mayoría deja la carrera por la mitad, a un costo enorme para el país. Los mismos docentes van a enseñar sin ganas. Trabajan varios turnos y no tienen tiempo para perfeccionarse. Antes, en los pueblos, el maestro era una de las personas más respetadas, junto con el médico y el boticario. Ahora están mal pagos y peor considerados.

Invasión irracional
-¿Dónde se hace más evidente la ausencia de estímulos a los estudiantes? ¿En la primaria, la secundaria o la Universidad?

-Yo no recuerdo haber tenido un solo maestro o profesor que llevara un recorte de diario para discutir en clase en ninguno de los tres niveles que cursé en la Argentina. La forma de enseñar es tradicional, premoderna. Mientras tanto, las facultades de humanidades han sido invadidas por el irracionalismo posmoderno, que ni siquiera acepta el siglo XVIII, el siglo de la razón.

-Tal vez razonen contra los excesos de la razón en los últimos siglos.

-Declaman, que no es lo mismo. Es más fácil denostar a la razón que razonar. Abundan las corrientes antirracionalistas, como el existencialismo. En la carrera de Psicología es muy popular Lacan, un completo charlatán, peor que Freud.

-¿A las carreras científicas también las encuentra premodernas?

-Ahí faltan laboratorios para las prácticas. Los alumnos no aprenden a manejar las manos. Se nota un desprecio por el trabajo manual, como en la Edad Media. Queremos llegar al siglo XXI sin haber pasado por el siglo XX. En la Argentina no se comprende la importancia de la ciencia y la tecnología para la sociedad moderna. Al fin y al cabo, es el Tercer Mundo.

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