quinta-feira, 27 de agosto de 2009

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Quinta-feira, 27 de Agosto de 2009
¿Qué nos dicen los sueños?
Por Diane Peters --- Foto: Zisch/Zefa/Masterfile Según los expertos, revelan mucho sobre lo que somos y lo que sentimos. Conocé en profundidad los secretos que esconden los sueños y las pesadillas y aprendé a desentrañarlos.
Lisa toth, residente de Vancouver, Canadá, tenía 16 años de edad la noche en que se soñó en medio de un hermoso bosque donde su madre era la malvada Reina de las Nieves. En ese tiempo estaba muy enojada con su mamá, y en el sueño ésta la atacaba arrojando sobre ella un alud gigantesco.

Conteniendo el miedo, Lisa usó la mente para resistir y descubrió que tenía poder sobre todas las cosas blancas —la nieve, el hielo e incluso la sal—, y entonces se transformó en la Reina del Hielo.
Despertó sintiéndose fuerte. “Supongo que, mientras dormía, procesé mentalmente que mi madre se estaba volviendo una persona más real para mí, con todas sus fallas y defectos, y que yo iba a llegar más lejos en la vida que ella”, cuenta. (Lisa fue la primera persona de su familia que obtuvo un título universitario.) La estimulante sensación le duró todo el día, y los detalles del sueño aún perduran en su memoria.

Tal es el poder que tienen las películas que se proyectan detrás de nuestros ojos mientras dormimos. Aunque todas las noches soñamos durante unas cuatro horas, solo dos o tres veces por semana nos acordamos de lo que soñamos. Los sueños son un aspecto secreto de nuestra vida y es normal que queramos saber más sobre ellos. Nos gustaría poder controlar esas fantasías nocturnas en que nos vemos volando, salvando al mundo o saliendo a cenar con una estrella de cine, y también nos agradaría aprender de nuestras pesadillas y escapar de sus garras a voluntad, como aquellas en que un asesino loco nos persigue o tenemos un encuentro sexual con un odioso compañero de trabajo.
Tras un siglo de investigar los sueños, los expertos han logrado averiguar un poco más sobre lo que pasa en nuestra mente mientras dormimos, y nos ofrecen datos reveladores sobre la función de los sueños en nuestra vida.

Símbolos y significados
En principio, dicen los especialistas, hay que desechar la idea de que los sueños tienen un significado universal. ¿Recuerda las teorías de Sigmund Freud? Hace 100 años, el fundador de la interpretación psicoanalítica de los sueños escribió que los cuchillos y los lápices son representaciones del pene, en tanto que las vasijas y las cuevas son símbolos de la vagina. Aunque en la actualidad se venden diccionarios de sueños que sostienen que los ladridos de un perro son augurio de malas noticias o que una turquesa es señal de buena suerte, los expertos bien intencionados aconsejan no hacer caso de conclusiones tan simplistas. “Durante 3.000 años la gente ha tratado de interpretar el contenido de los sueños como si allí estuvieran los secretos de nuestro futuro, pero eso es absurdo”, señala el doctor Allan Hobson, profesor de psiquiatría de la Universidad Harvard.

De hecho, un estudio realizado por Joseph De Koninck, profesor de psicología de la Universidad de Ottawa, indica que los símbolos oníricos al parecer difieren de una persona a otra. De Koninck pidió a 10 voluntarios anotar los detalles de un sueño reciente y, en hoja aparte, una lista de las cosas que habían hecho en los últimos días. Cuando los individuos de un grupo testigo intentaron determinar quién había tenido cada sueño comparando ambas listas, ninguno acertó. “La persona que sueña normalmente es más capaz que otras de reconocer la asociación entre los detalles de sus sueños, sus actividades diurnas y sus recuerdos”, explica el psicólogo.

Por ejemplo, Kathleen Hunter, de 21 años, pensó que una pesadilla en la que veía a su mascota de la infancia, tenía relación con la reciente mudanza que había hecho de su pequeña ciudad natal a un departamento en Toronto, donde había conseguido un nuevo trabajo. En el sueño, se encontraba sola en casa, y su perra, Holly, que había muerto hacía cuatro años, se aparecía con todo el pelo sucio y desgreñado. “Estaba en la parte superior de la escalera del sótano —cuenta— gruñéndole a algo que había abajo”. Kathleen atribuye el miedo que sentía en el sueño a la ansiedad generada por su nueva independencia, y considera que Holly y la casa de su niñez representaban recuerdos de una acogedora vida en familia.


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Con frecuencia, nuestras visiones oníricas pueden ser incluso señales de alarma. Patricia Garfield, psicóloga y autora de un libro sobre los sueños, recuerda a una mujer que le contó de una pesadilla en la que su esposo la metía en un horno y abría el gas. “Cuando se tienen sueños así, hay que prestarles atención”, aconseja. Para la psicóloga, es evidente que esa mujer tenía una relación disfuncional y quería remediarla. La pesadilla fue lo que la llevó a encarar la realidad.


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En este sentido, los expertos en sueños de la actualidad concuerdan con Freud y Carl Jung, quienes plantearon que las visiones oníricas son el medio que usa el inconsciente para comunicarse con el yo consciente. Jung, en particular, pensaba que comprender los sueños es una forma de conocerse.

Asimismo, si uno reprime algo, a menudo termina manifestándose en los sueños. Dan Wegner, profesor de psicología de la Universidad Harvard, encontró pruebas de esto cuando pidió a un grupo de estudiantes que evitaran pensar en un amigo en particular antes de dormir. La consecuencia fue que los estudiantes tendieron a soñar más con el amigo en cuestión que los miembros del grupo testigo a quienes no se les pidió que reprimieran sus pensamientos.

“Los sueños con frecuencia nos permiten hacernos conscientes de lo que tratamos de reprimir durante el día”, señala Wegner.

María Gómez*, de 50 años y madre de tres hijos, no se dio cuenta de que le preocupaba mucho seguir algún día los pasos de su madre respecto a una adicción, hasta una noche en que tuvo un sueño revelador: estaba con sus hermanos, su hermana, sus hijos y sus sobrinos divirtiéndose en un centro vacacional, y de pronto la obsesionaba que se quedaran sin vino, así que se escapaba furtivamente a fin de averiguar a qué hora cerraban las licorerías. “Mi madre bebió mucho hacia el final de sus días”, cuenta. “Tal vez yo estaba reprimiendo el temor de caer en lo mismo”.


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Los traumas y el miedo al alcoholismo no generan precisamente dulces sueños. Unos cinco de cada siete sueños son negativos, y se consideran pesadillas si hacen que uno se despierte. Los expertos antes pensaban que tener pesadillas frecuentes era señal de un trastorno psicológico, pero Antonio Zadra, profesor de psicología de la Universidad de Montreal, dice que el estrés, la ansiedad, la depresión y algunos medicamentos pueden provocar pesadillas.


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Cómo influir en los sueños
Los sueños recurrentes y las pesadillas pueden indicar, efectivamente, la existencia de un trauma o un problema irresuelto. Por ejemplo, Henry Gardner, técnico de cine de 38 años, oriundo de Inglaterra y establecido en Toronto, desde chico ha tenido la pesadilla de estar en la cárcel. Hace poco soñó la prisión en forma de un búnker de hormigón con un hermoso jardín. Para saber por qué estaba preso, intentaba llamar a alguien varias veces desde su teléfono celular, pero todo el tiempo marcaba números equivocados.“Quizá empecé a tener estos sueños porque estuve en un internado”, dice Gardner, a quien las pesadillas le resultan frustrantes. Sin embargo, hay formas de ahuyentarlas. Una que usan los psicólogos es tratar de remediar el trauma. Enfrentarse a un bravucón en el trabajo puede acabar con los sueños de que un intruso allana la casa de uno; acudir a terapia en caso de maltrato infantil puede eliminar las pesadillas que éste genera.

Mediante lo que los expertos llaman “sueños lúcidos”, uno también puede modificar el final de un sueño. Esta técnica ayudó a Lisa Toth cuando tenía siete años. Tras la muerte de su abuelo, varias veces soñó que se metía en una cueva para sacar el triciclo de su hermanito, y de repente caían unos barrotes que la encerraban. Se lo contó a sus padres, y ellos le sugirieron que tratara de cambiar el final. Al poco tiempo soñó que había una portezuela en la cueva y por allí escapaba. “Esos sueños terminaron por gustarme porque podía cambiar el final a mi antojo”, dice.


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Otra técnica para ahuyentar una pesadilla consiste en anotarla y luego modificar los detalles desagradables; por ejemplo, hacer que un monstruo huya, o que una fiera caiga dormida. Este ejercicio ayuda a vencer el miedo a las pesadillas y a hacer que desaparezcan.


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Visiones útiles
Aunque muchos sueños son funestos, cumplen un propósito y, lo más importante quizá, nos ayudan a resolver problemas y a razonar mejor. “A menudo, en mis sueños encuentro respuestas a preguntas que tengo cuando me voy a acostar”, dice Tore Nielsen, director del Laboratorio de Sueños del Hospital Sagrado Corazón, de Montreal.A Jennifer Patterson, periodista de 34 años oriunda de Vancouver, le ocurrió justamente eso hace unos años, cuando estaba contemplando la posibilidad de salir de Canadá para conocer mundo. Cierta noche soñó que era una periodista de modas en la Ciudad de Nueva York y que conocía a famosas modelos y artistas. “Ese sueño me dio más seguridad en mí misma para correr riesgos”, recuerda. Poco tiempo después renunció al trabajo que tenía y pasó tres meses en Cuba estudiando español.

Los sueños también nos ayudan a familiarizarnos con la gente nueva que llega a nuestra vida —por ejemplo, las mujeres embarazadas se imaginan en sueños cómo será su bebé— y a sobreponernos a la pérdida de nuestros seres queridos. Paget Catania, ama de casa de 38 años radicada en Toronto, tenía un amigo que murió cuando ambos eran adolescentes, y durante años soñó con él. “En los sueños me decía que todo era un grave error, que no estaba muerto”, cuenta. Despertaba y se deprimía al cobrar conciencia de la dura realidad. En opinión de Nielsen, tales sueños pueden formar parte del proceso de duelo y ayudarnos a elaborar la pérdida.

Sondeo cerebral
No todas las visiones oníricas tienen raíces psicológicas. Mediante registros con electrodos y estudios de tomografía por emisión de positrones (TEP), los expertos han observado que durante la fase de movimientos oculares rápidos (MOR) del sueño se reduce en el cerebro la producción de serotonina, neurotransmisor esencial para la memoria de sucesos recientes. De modo que cuando soñamos con un desconocido que de pronto se convierte en un amigo íntimo, o cuando los escenarios del sueño cambian rápidamente, lo que ocurre es que uno pierde el hilo de la trama onírica. La baja producción de serotonina quizá también sea la causa de que la mayoría de la gente recuerda poco sus sueños.

Los científicos han descubierto, también mediante estudios de TEP, que el sistema límbico —el centro emocional del cerebro— se mantiene activo durante el sueño, lo que podría explicar por qué afloran tanto los sentimientos mientras soñamos. Al mismo tiempo, la corteza prefrontal, que controla los procesos lógicos, reduce su actividad, razón por la cual podemos volar y hallar soluciones imaginativas para los problemas.


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Llevar registro de las imágenes e ideas creativas que se nos ocurren mientras soñamos nos ayuda a sacar provecho del poder de la mente para resolver problemas. Hay muchas personas a quienes les resulta útil tener junto a la cama un diario o un cuaderno para anotar los detalles de sus sueños justo al despertar y antes de olvidarse.

Sin embargo, el verdadero secreto para aprovechar el poder de los sueños es dejarnos conducir a donde nos lleven y no tratar de evitar las señales difíciles ni las pesadillas.

Aunque no siempre es posible tener dulces sueños, sí está garantizado que serán mágicos y reveladores.

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Hechos ciertos
•"Rara vez experimentamos dolor mientras soñamos", afirma el psiquiatra Allan Hobson, quien ha leído miles de descripciones de sueños.
•Todos soñamos en colores, señala Hobson, pero como es difícil recordar los sueños, tendemos a olvidarlo.
•Según el profesor Joseph De Koninck, entre el 70 y el 80 por ciento del contenido de un sueño se relaciona con lo vivido en el día anterior, si bien las personas mayores suelen soñar sucesos de su adolescencia y su juventud.
•Las mujeres sueñan con hombres y con otras mujeres, señala la psicóloga Patricia Garfield. Muchos de sus sueños tratan de relaciones y en ellos predominan las agresiones verbales. En los sueños de los hombres, aparecen sobre todo varones, hay agresiones físicas y se centran en el éxito y el fracaso.

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