quinta-feira, 25 de junho de 2009

Hablar sobre el músculo del amor desde luego suena más poético que el prosaico suelo pélvico o el médico músculos pubococcígeos pero estamos en lo mismo, se trata del conjunto de musculatura que cierra la base de la pelvis; para mayor orientación de las almas curiosas, concretamente se trata de los músculos limitados por la pelvis, los muslos y las nalgas. Sí, estamos en ese sitio, justo donde afloran los genitales, florece la vulva femenina y emergen el pene y los testículos.

(M.A Martín)
En los hombres, el menor tono de la musculatura pubococcígea parece tener menos consecuencias, puesto que los genitales masculinos se presentan hacia el exterior, por lo que el único trastorno del suelo pélvico en los hombres prácticamente ni se reconoce como tal, pues se trata de las hernias inguinales, que se producen en las fronteras del suelo pélvico con los respectivos muslos.

Los genitales internos femeninos se encuentran más protegidos, de forma que tan sólo aflora al exterior la abertura que da acceso a los mismos, la vulva. Pero con la edad, el descuido del estado global de su salud, entre los que el aumento de peso es determinante, se hace más patente la disminución del tono de músculo del amor. Surgen así los diversos síntomas del trastorno del suelo pélvico. En concreto, casi una cuarta parte de las mujeres, y algo más de un tercio entre las de edad avanzada, presentan trastornos del suelo pélvico, siendo el más frecuente la incontinencia urinaria seguida de la fecal y los prolapsos pélvicos sintomáticos. Tales son las conclusiones de un reciente estudio epidemiológico realizado por investigadores de la Universidad de Utah (Estados Unidos).

Dada la envergadura de los trastornos del suelo pélvico, vale la pena incidir en cómo pueden prevenirse. Ejercitar el músculo del amor es la clave. Como se puede suponer, hablamos de la práctica de una vida sexual saludable. Ya Masters y Johnson, en su estudio pionero sobre respuesta sexual humana, identificaron que las personas que desde jóvenes iniciaron una vida sexual activa y regular, eran quienes la mantenían en edad avanzada. Ahora bien, sabido es que existen formas específicas de ejercitar dicho músculo. Uno de los pioneros en proponer ejercicios para los músculos pubococcígeos fue Kegel, enseñando a las embarazadas a practicar a ejercitar estos músculos de manera muy sencilla, se trata de contraer la zona como si se cortara el chorro de la orina. Este ejercicio es muy sencillo, se puede hacer en cualquier parte y mejora el tono de dicha musculatura.

Observamos en nuestro país un creciente interés por el uso de las llamadas bolas chinas en sus diversas variantes. Procedente la tradición del sudeste asiático, la introducción de bolas viene siendo la vertiente lúdica de la prevención de los trastornos del suelo pélvico pero con énfasis en el disfrute sexual. Enlaza con nuestra tradición de uso de pesarios, destinados a sujetar directamente a las vísceras –útero, vejiga urinaria- evitando su prolapso. Las bolas, constituyen uno de los juguetes sexuales más útiles, propiciando que la mujer haga músculo mientras pasea o va de compras, por citar ejemplos de clínica diaria. El aumento del tono en el tercio externo de la vagina, la zona correspondiente al músculo del amor, ofrece mayor gama de matices a la experiencia del coito, tanto para ella como para su pareja. Y sabido es que también el placer sexual se enriquece con la variedad y profusión de matices.

Ejercitar los músculos pubococcígeos tiene además un valor añadido. La mujer toma conciencia de su zona genital y la integra en su esquema corporal, propiciándole sensaciones que pueden devenir en un aumento del deseo y el disfrute sexual.

¿Has practicado los ejercicios de Kegel? ¿Has utilizado bolas chinas? ¿Has percibido diferencias si tú, o tu pareja, utiliza las bolas chinas? ¿Tonificar el músculo del amor te parece de interesante para mejorar tu vida sexual?

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