sábado, 11 de julho de 2009

El plato típico de la gastronomía argentina es sin duda el asado, que comparte el podio con las empanadas y el locro norteño. Pero pregúntese a quien se quiera: la comida más típica de Buenos Aires es indiscutiblemente la pizza, una herencia italiana que echó raíces en los corazones y los paladares porteños. Y no hay en toda la ciudad un restaurante que sea más famoso que las mejores y más tradicionales pizzerías.

Las del Centro son sin duda las de más prosapia. Son las que tienen nombres propios: Banchero (Av. Corrientes 1300), Güerrín (Av. Corrientes 1368), y también, claro, Los Inmortales (Av. Corrientes 1369), La Continental (Av. Callao 361), La Americana (Av. Callao 83), Las Cuartetas (Av. Corrientes 838), El Palacio de la Pizza (Av. Corrientes 751) y tantas otras en los alrededores del Obelisco. Pero lo bueno es que hay pizzerías por toda la ciudad, algunas tradicionales y otras más humildes, más modestas, pero igualmente ricas y cumplidoras en los rituales de los domingos a la noche. O en cualquier otro momento en que se caiga en la tentación de la muzzarella con fainá.

Los barrios también tienen sus bastiones. En Villa Crespo, Angelín (Av. Córdoba 5270) se arroga la invención de la pizza “canchera”, es decir la que se vendía en los estadios de fútbol: sin queso, apenas masa con salsa de tomate. En Chacarita, frente al cementerio y a metros de Federico Lacroze, se encuentran alineadas Albamonte (Av. Corrientes 6735), Santa María (Av. Corrientes 6801), San Remo (Av. Corrientes 6867) y El Imperio de la Pizza (Av. Corrientes 6899). En Barrio Norte, cerca de los Tribunales, El Cuartito (Talcahuano 937) es un clásico con sus paredes decoradas por motivos deportivos. Villa Ortúzar se enorgullece de La Mezzeta (Av. Álvarez Thomas 1320), que ofrece pizza de molde para comer en el mostrador. La lista es eterna.

Con el auge de la gastronomía porteña surgió también un nuevo tipo de pizzería: la que reivindica la pizza como alta cocina y la pone en el mapa de los restaurantes refinados. Así, Piola (Libertad 1078) y Filo (San Martín 975), entre otras, hicieron escuela sirviendo pizzas entre muestras de arte, o con música de jazz de fondo.

En una ciudad de polemistas, la discusión entre los partidarios de la pizza a la piedra y la media masa es legendaria. Tampoco está claro si su ingesta debe acompañarse de gaseosa, cerveza o el tradicional vino moscato. Incluso, en los años noventa se popularizó la dupla “pizza con champán” para representar la mezcla de lo popular con lo exclusivo. Pero de una sola cosa no hay duda: el complemento indispensable de la pizza es la fainá. Se consigue, en su justo punto de cocción, en cualquier barrio de la ciudad.

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