sexta-feira, 18 de setembro de 2009

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Un oasis junto al río
cómodamente ubicados en el
sillón de un deck, o caminando
sobre un césped bien cuidado, o
protegidos por el confort de una
mesa refinada, o acodados en la
barra de un elegante bar.
En mayo del 2008, en la bajada de
la calle Paraná, abrió sus puertas
Dover con un doble propósito.
En la parte que da al río, en ese
sector de vistas prodigiosas, se
ubicó el restaurante con un gran
salón vidriado, la barra con sus
taburetes, y en el exterior, un deck
tipo galería, con mesas de grandes
sillones. Y detrás, hacia el lado
ADVERTORIAL
que cruza la vía del Tren de la
Costa, el restaurante se complementa
con otro edificio que alberga
el salón de fiestas, la cocina, y
las oficinas, a donde se accede por
la calle Solís. De un lado y del
otro, todo este gran complejo de
servicios, confort y gastronomía,
se integra a la estación Anchorena
del tren, en una elegante armonía
estilo inglés que se combina en la
distancia con los techos a dos
aguas de los chalets de esta exclusiva
zona de Martínez.
No hay nada parecido en la costa
norte. Los clásicos restaurantes
De los accesos al Río en la zona
norte, la bajada de Paraná es, seguramente,
una de las más atractivas.
En Paraná y el río, en Martínez,
una suave pendiente se desliza
hasta el agua y nos invita a navegar
con la mirada. La distancia se
ensancha con pequeños recodos,
la costa serpentea con diferentes
matices y pequeños veleros navegan
cadenciosamente. Es un privilegio
poder compartir la paz y la
belleza, mientras Buenos Aires se
exhibe con su mejor iniciación al
horizonte. Y en la costa, la novedad,
aquello que nos permite darle
la cara al río sin interferencias,
Dover, en la bajada de Paraná
POR André Dénis
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que pueden verse hacia San Isidro
tienen otra característica, tal vez
más bucólica y menos cuidada, y
ofrecen otra estructura más informal.
Dover nació como una alternativa
a toda esta oferta apostando
a una construcción sólida y
refinada, con materiales de primer
nivel, paredes de madera de
sobrios colores, y pisos que relucen
en el amplio salón. Todo es
ventanal y por eso se aprovechan
las vistas que nos regala el río; a
tal punto es así que daría la impresión
de que, aún en el confort de
una sala climatizada y con música
de fondo, uno pudiera integrarse
al inmenso cuadro del paisaje.
El salón de eventos
Al cruzar el puente que se eleva
sobre las vías del tren, se accede a
la entrada del salón de eventos. El
estilo es el mismo, pero aquí
vemos un extenso rectángulo con
piso brillante y dibujos artísticos,
circundado en el primer piso por
una galería que lo bordea, como
un gran balcón que nos permite
ver todo lo que sucede abajo
desde otra intimidad. Al mismo
tiempo, grandes ventanales inclinados,
que siguen las caídas del
techo de madera, nos invitan a
mirar el río.
Abajo, varias bolas de espejos
sobre el salón principal permiten
imaginar la gran pista llena de
gente, con mesas alrededor y en
el balcón del primer piso más
mesas convergiendo hacia el centro
desde arriba. Sentadas pueden
entrar unas 160, 180 personas,
cómodas pero sin dispersión. En
cuanto a la tecnología, el salón
ofrece, a través del grupo
Sarapura, todo lo más actual en
materia de sonidos, iluminación,
leds, pantallas y equipamiento
para conferencias.
Al crear este salón los propietarios
de Dover pensaron en múltiples
usos. Eventos empresarios, cumpleaños,
casamientos, reuniones en
general. La cocina es tan grande
que permite la organización de un
catering con todo incluido y, para
el caso de los encuentros empresarios
que pueden durar todo el día,
existe la posibilidad de aprovechar
el restaurante, al otro lado de la vía,
para el desayuno y el almuerzo.
Una imagen es recurrente en
Dover: el pintoresco Tren de la
Costa atravesando el lugar, silencioso
y siempre colorido. Y esto
puede ser aprovechado mediante
un simple contacto: una vez se
hizo un cumpleaños en el que la
agasajada tomó el tren en la estación
de Olivos, con un vagón
totalmente destinado a ella y sus
amigos, y en la estación
Anchorena la esperaban los otros
invitados mientras sonaba un
grupo de mariachis. Alguien
podría imaginar también, para un
casamiento, un vagón exclusivo de
los novios, fotógrafo incluido. Es
bueno saber que todos los detalles
en cuanto a la organización del
evento y al funcionamiento del
salón están a cargo de Mónica
Zamboni, responsable de Special
Events, un área pensada para que
todo esté centralizado y controlado.
En cuanto al complejo Dover,
éste está bajo la dirección general
de Marcelo Vallejos.
Almuerzos, cenas y after
office
Desde que abrió sus puertas,
Dover se fue posicionando en un
mercado que busca, además de la
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ADVERTORIAL
propietarios de Dover proponen a
su gente una participación activa
tanto para organizar un Five
o'clock tea, programar tu propia
música desde e l celular, o ser parte
de las degustaciones de vinos de
los viernes. Algunos de los eventos
realizados aquí quedarán en la
memoria, como el homenaje que
se le realizó a Magui Aicega con
todas las chicas de las leonas después
de que ganaran la Medalla de
Bronce en Pekín. Otro momento
importante fue la inauguración del
after office de los miércoles, algunas
semanas atrás, a la que asistieron
unas trescientas personas.
En estos días Dover abre de martes
a domingo desde la mañana
hasta el cierre. Mucha gente se
acerca al mediodía, extendiendo
el almuerzo en el deck, si es un día
de sol y otros aprovechan las
noches para estar cerca del río.
Cuando hay luna llena es una fiesta
aparte que continúa en los jardines
y a la orilla del río. Ahora
para los mediodías, en lugar de un
menú ejecutivo, Dover está estableciendo
contactos con las
empresas de la zona, de modo tal
de combinar almuerzos para la
gente que trabaja pero de un
modo organizado por convenios.
Mientras que en la semana, para la
el público en general Dover es la
posibilidad de hacer un corte de
auténtica distensión, durante el fin
de semana, constituye una invitación
a comer o tomar algo junto al
río, en pareja, solo, o en familia
con los chicos; para ellos se ha dispuesto
un gran parque con sus
respectivos juegos. Muchas son las
posibilidades en este flamante
emprendimiento en la bajada de
Paraná, con una ventaja no tan
habitual: a pesar de los buenos
servicios, ubicación e infraestructura,
Dover tiene muy buenos precios,
aún más competitivos que los
precios habituales de la zona.
distensión y los paisajes del lugar,
un servicio de comida distinto. El
restaurante trabaja con una carta
capaz de ofrecer platos tan poco
habituales como pacú a la parrilla,
atún rojo, yacaré, cochinillo, bajo
la dirección del chef Leo Morsella,
de amplia y reconocida trayectoria.
Otra de las características que
lo distinguen es el sushi, con una
carta muy diversa que tiene dos
páginas. La carta de vinos es lo
suficientemente amplia y alberga
las mejores bodegas argentinas,
ubicando a los vinos de alta gama
en un mueble cava con temperatura
controlada. Un capítulo aparte
merece la barra de tragos.
Dover se define como restaurante
& goodbar. Esto significa que,
junto al restaurante con la mesa
formalmente puesta, existe la
posibilidad de alternar con una
barra rectangular, del tamaño de
las más reconocidas del ambiente,
en la cual se puede beber un trago
y hasta comer tapeos y comidas
más sencillas. Se destaca la presencia
del bartender Néstor
Correa, varias veces premiado, de
quien depende una variedad de
hasta 50 tragos, muchos de ellos
de su propia creación. La barra se
luce especialmente los fines de
semana y los miércoles después
de las 18.30, cuando acude la
gente a la convocatoria del after
office. Distendidos y en pequeños
grupos, van llegando quienes se
avienen a esta propuesta de charlas
y encuentros, y son recibidos
por un cóctel especialmente diseñado
para ese día, para luego
aprovechar el happy hour que funciona
de 19 a 21.
Muchos se quedarán luego a
comer. El diseño del restaurante
permite una gran movilidad,
tanto entre las mesas, con anchos
pasillos, como alrededor de la
barra. El salón cuenta con un sistema
de tres circuitos distintos de
musicalización, de modo tal que,
mientras entre las mesas suena
algo tal vez más funcional, en la
barra la música es más animada,
mientras que afuera se oye alguna
otra cosa. Los jueves, Dover
comenzó hace poco con shows
tranquilos para acompañar la
comida, pero no se cobra recargo.
Es una muy buen opción
como salida nocturna desde el
momento en que son grupos de
soul y jazz, con música que, por un
lado, acompaña el momento, y
por el otro permite concentrarse
en la música dado el buen nivel
de los grupos. Los viernes, cada
dos semanas, se invita a una
bodega que realiza una degustación
en la barra guiada por un
sommelier para unas 20 personas.
Ida y vuelta
Es interesante la interacción del
público con este flamante complejo
de Martínez. Además de contar
con un selecto mailing de personas
a quienes les hacen llegar periódicamente
las novedades, y de poseer
una página web por demás
atractiva (www.doverba.com) los

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